viernes, junio 23, 2006

Everything is everything

¿Existe alguna afición mayor entre los aficionados a la música que reivindicar a artistas desconocidos llegando incluso a proclamar que están, no solo a la altura, sino por encima de la Santísima Trinidad si hace falta? Me temo que no. De hecho, con el inabarcable catálogo que ofrece Internet esta costumbre se ha disparado hasta al infinito. De la misma manera que en una conversación a varias partes sobre la Seguridad Social, el rey es quien más tiempo esperó a que le atendiesen en urgencias o aquel al que tuvo el diagnóstico más disparatado, en una conversación de música reina quien es capaz de poner por encima de Elvis al hijo del cartero que repartía las cartas a los Zimmerman en Duluth pese a que únicamente llegó a grabar un single en un estudio casero.

En ese primer párrafo no he dicho nada que no se haya dicho antes. De hecho, estoy seguro que todos los que ahora leen estas letras piensan lo mismo, como estoy seguro que todos los que leen estas letras alguna vez se han (nos hemos) dejado llevar en mayor o menor medida por este juego. Entremos pues en vereda advirtiendo algo: quiero con locura a Donny Hathaway. A partir de aquí, objetividad cero.

Donny Hathaway no es un desconocido total. De hecho ni es un desconocido. Y no quiero entrar al juego de subirle a la primera división de la música, ni siquiera a la de la música soul de los años 70, aunque para mi lo está. Si jugase ahora tocaría aportar datos sobre sus aportaciones en discos de los Impressions, Aretha, King Curtis, Staple Singers, Little Milton o Joe Cocker. Luego me quejaría de que si se le recuerda, parece que es únicamente a sus discos de duetos con Roberta Flack o por su único pseudo-hit, "The Ghetto". Dejémonos de gilipolleces y de alardes biográficos puntuales, y vayamos a lo que importa: Everything is Everything.

Everything is Everything es su primer disco, y aunque no hubiese grabado más (su carrera fue corta de todas formas), Donny Hathaway se habría ganado para mí el cielo. Es un disco hecho en la línea de lo que estaban haciendo los grandes del soul en esa época, de hecho siempre he creído que tiene muchas semejanzas con Stevie Wonder: gusto por los teclados pese a ser multi-instrumentistas con técnica y groove impresionante (quien haya escuchado bootlegs en directo de esa época de Lil Stevie podrá confirmar que dejaba por los suelos a mucho musiquito presumiblemente intenso), compositor, arreglista y con composiciones que siguen los mismos patrones, gustos y temas. Seguramente Hathaway nunca tuvo el talento que sí tuvo el ciego, aunque si contó con una voz a mi gusto, no solo mucho mejor que la suya, sino de entre las mejores de los cantantes masculinos de la época.

Antes de que acabe hablando de la Seguridad Social...Pese a que se habla de sus letras poéticas de Hathaway (todas ellas con fuerte componente emocional, espiritual, racial y social), a nadie se le escapa que la mayor grandeza del disco reside en la propia composición y ejecución de los temas. Bebe del soul clásico, del blues, del jazz, de los ritmos latinos y del funk, pasándolo todo por el filtro del soul urbano de los 70.

El disco se abre con “Voices inside” una canción prácticamente instrumental salvo por los coros que repiten el nombre del tema y frases sueltas de Hathaway, en el que los instrumentos mutan, se complementan, desaparecen y aparecen con unas pocas notas articulando la canción. Y una cosa te digo, sus 22 segundos iniciales están en mi lista de 22 segundos iniciales favoritos de toda la historia. Ahí es nada. "Je vous aime" es el mejor ejemplo de cómo ser tierno sin sensiblerismos. “I believe to my soul” puede mirar de tú a tú a la original, como ocurre con “Misty” y muchas de las versiones que tiene el tema, que vete tú a saber quien fue el primero que la grabó. “Sugar Lee” es el intermedio festivo del disco. Es un tugurio nocturno lleno de vida en Harlem, hispanos, caribeños y niggas improvisando con sus instrumentos entre humo, alcohol de alta graduación, paseos al cuarto de baño y mulatas bailando encima de las mesas. De vuelta a los orígenes del blues con “Tryin´ times” y la declaración particular de “amor supremo” con “Thank you master”. No perdemos los pies del suelo con “The Guetto”, su tema más clásico, teclado hipnótico sobre una funktástica línea de bajo y ritmos latinos. Le sigue una versión desnuda y ¿más esperanzada? del clásico de la SimoneTo be young, gifted and black” para terminar con “A dream”, una canción que sin ser mala, creo que supone el único borrón de este disco, por sonar a ratos a himno fanfarrioso excesivamente demagógico y happy-ending.

En artículos sobre Donny Hathaway he visto más de una vez recomendado su Live de 1972. Siendo éste un buen disco siempre he preferido el primero, incluso para empezar si no se ha escuchado nada suyo me parece mejor hacerlo por éste, ya que el directo cuenta con alguna jam y desarrollo musical que puede asustar de primeras, además de contar con demasiadas versiones en detrimento de temas propios.

Y perdonen que corte abruptamente pero tengo que ir al tajo, pero resumiendo: que sí, que Donny Hathaway está a la altura de Marvin Gaye o Stevie Wonder. Ni lo dude.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Algo que te pondra contento:

http://es.wikipedia.org/wiki/Cry_Me_a_River

Atencion al segundo parrafo, Ala les confunda.

5:20 p. m.  
Blogger Javi Waits said...

Coincide el título o es una versión?

4:58 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Coincide, es una bazofia de aranbi de MTV, como dice el Pollo

10:30 p. m.  
Blogger Pollomike said...

Es que diferenciar el ritmamblus del eranbi está sólo al alcance de muy pocos.
Grande Hathaway,Javi,gracias a tí lo conozco.

11:44 a. m.  

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