Ya estamos en el 2007 y no me resisto al tópico mensaje de "lo mejor del 2006". En estos casos queda bien molón adoptar un pose cínica y despotricar contra todo cristo y sentenciar que con los dedos de una mano nos sobra para contar los discos decentes editados el año pasado nos ha dado. Pero lo cierto es que para mi ha sido un año bastante bueno.
No voy a decir que es lo mejor del año, porque ni soy quien, ni pienso hacer un listado exhaustivo, únicamente los discos que me vengan a la mente aprovechando un poco de tiempo libre que tengo y me deja el trabajo esta mañana.
Empecemos por las viejas glorias, muleta socorrida para consagrarlos dentro de lo mejor del año por los mismos que abusan de la postura cínica de los que hablaba en las primeras líneas de este mensaje, pero que este año se han portado guapamente.
Dylan, no sé qué decir, que le quiero. El pequeño/gran
Hector G. Barnes lo clavó mejor que nadie y no se puede decir nada objetivamente de ese disco que él no haya dicho ya. Otro retorno inconmensurable ha sido el de
Scott Walker con
The Drift, oscuro, onírico, perturbador, el disco perfecto para hacer sonar en un bautizo. Otro que ha vuelto tras un buen montón de años de secano en estudio es
Kris Kristofferson.
This old road es un disco sencillo, instrumentalmente y en cuanto planteamiento, y todo lo que tiene de sencillo lo tiene de recio, crudo, tosco y, lo más importante, de canciones redondas. En un tiempo en el que se celebra cualquier comeback, por chusco que sea, me extraña que no se haya hablado más de este disco.
Más comebacks: no desapareció del mapa, de hecho siempre ha estado ahí, pero 20 años registrando discos portadores de herpes es mucho peor que el silencio o el ostracismo más absoluto. Lo cierto es que
Elton John ha grabado este año
The captain and the kid, un muy buen disco que no puede mirar de tú a tú a sus obras más clásicas, pero casi. Y ese casi vale su peso en oro. Y con su anterior disco,
Peachtree road, ya son dos trabajos a celebrar. Otro que tampoco se ha ido y que siempre ha seguido ahí, aunque con mucha mejor fortuna que el de los pelucones es
Neil Young. Quizás sea porque nos tiene malacostumbrados a sacar continuamente discos como mínimo aprovechables que
Living with war haya pasado desapercibido fuera del círculo de devotos del canadiense, pero para mi humilde opinión ha facturado uno de los discos del año, y esto sí que hacía tiempo que no pasaba. Mención aparte para esa película alrededor de su persona que se publicó este año,
Heart of Gold. La palabra creo que es imprescindible.
Sí que fue celebrado el comeback de haces unos años a cargo de uno de mis toneletes favoritos,
Solomon Burke.
Don´t give up on me y
Make do what you got fueron bonitas y celebradas sorpresas, más en el primer caso que en el segundo, pero la racha sigue y este año ha publicado otro gran disco de título certero,
Nashville. Country, colaboraciones, duetos y versiones de lujo.
Abandonamos por ahora el mensaje. Que no sen froten las manos los que están de vuelta de todo, en la segunda parte del mensaje abandonaremos el geriátrico y entraremos en el patio del colegio, con toda la chiquillería a destacar del año pasado, que no es poca.
Por la sombra.